En
un camino de tierra, bordeado de cardos altos y espinosos, corría una bicicleta
a toda velocidad saltando los pozos
esquivando piedritas redondas, bajo el sol recalcitrante de verano. No
había sombra alguna que resguardara el cuerpo sudoroso del joven quien
pedaleaba desesperadamente por llegar a su destino.
-¡Caray!, no llegaré a
tiempo a la estación, no podré saludar, quien sabe cuando la veré de vuelta,
si se enojará si no llego a tiempo’- pensó rabioso José Manuel.
A pocos metros se oía el
pitido del tren que partía quien sabe a donde, por la ventanilla se asomaba la
joven con mirada ansiosa de divisar a José Manuel quien hacía esfuerzos
extraordinarios para llegar a la estación.
Haciendo
un esfuerzo, Analía saca su cabeza por la ventanilla y media angustiada con lágrimas
en los ojos, agitando su pañuelo y grita:
-
José Manuel! Aquí estoy, sale el tren ya mismo, no hay tiempo, te escribiré
desde Bs.As. Y tú también me escribirás, ya te enviaré mi dirección
definitiva! Adiós mi amor!’.
El tren arrancó con todo
vapor, despidiéndose del pueblo en rumbo a Buenos Aires, ciudad de esperanzas
para los paisanos de La Pampa, el pueblito General Pico quedó atrás. La joven
se reprimió unas lagrimitas pensando que lo hacia por su futuro, lástima que
su novio no podía acompañarla, tenía que ayudar a su padre con las faenas del
campo, eran muchos hermanos y había que alimentarlos habiendo niños pequeños
todavía.
Desilusionado
José Manuel por no haber llegado a tiempo para abrazarla..., se dio vuelta para
no mirar el tren que se alejaba del horizonte...
¿Y...
cuál sería el destino de Analía y José Manuel?