Morir
de amor
de
su amado estaba la gitana
rezando
las plegarias en favor
de
su difunto amor.
Sollozaba
sin cesar,
sin
consuelo encontrar
la
luna iluminaba
las
facciones de la bella gitana
que
denotaban tristeza y dolor
que
contrastaba con su vestimenta
de
los mil colores como el arco iris...
El
sol se asomó tímidamente
y
con sus rayos acarició
los
cabellos negros azulados
de
la desolada mujer que seguía
inmóvil
y recostada
sobre
la escalofriante tumba vestida
de
flores de multicolores
y
de un mármol inerte, sin vida
como
el muerto sepultado.
El
sol seguía avanzando
ya
llegaba el mediodía
y
la gitana que no encontraba consuelo
yacía
casi sin conocimiento
con
sus manos entrecruzadas sobre
su
pecho en señal de su próxima agonía
y
arrodillada sobre el húmedo pasto verde
que
contrastaba con la blancura del témpano
de
la tumba triste.
El
calor avanzaba con el sol
acompañando
a la triste gitana
quien
no se movía de su sitio,
sumida
en su dolor y en sus pensamientos.
Llegaba
la tarde, el sol ardiente
quemaba
el rostro de la mujer quien
soportaba
resignadamente los rayos
hirientes
dejándola casi ciega y denodada.
en
el horizonte, aliviando así el calor tropical
y
la mujer se desplomó sobre las flores
y
cuando la luna se asomó,
la
gitana aspiró el dulce perfume de
las
mismas flores y lo contuvo
hasta
paralizarle el corazón
dolorido
sin consuelo, en compañía
de la luna de plata y estrellas rutilantes...